¡Vaya tres días abundantes!

A lo mejor has visto algo por las redes sociales…

El día 71 fue un día abundante de trabajo, en el que concretamos muchas cosas que teníamos pendientes. Así que abundante productividad y trabajo bien hecho.

Y cuando fuimos a celebrarlo dando un paseo, le contaba a Patrick mis experiencias como voluntaria en la cárcel, y el efecto que esos talleres de relajación y reiki habían tenido en los internos de la cárcel de Soto. Uno de ellos me contactó por Facebook (después de 10 años) y veo sus fotos y cómo ha mejorado su vida.

Ese día me surgió un abundante deseo: el de saber qué efectos ha tenido mi libro en los lectores. Me apetecía saber cómo había impactado a las personas que lo habían leído, ya que, a muchas de ellas no las conozco. Y, manifestación instantánea: recibí un mensaje de agradecimiento de un lector de Argentina, ¡cuánta ilusión me hizo! El saber que estoy inspirando a personas a las que ni siquiera conozco me llena de abundante alegría. Y es que, escribir un libro no se trata de ganar dinero, sino de llevar tu mensaje lejos, y en mi caso, de despertar un poquito más la felicidad que todos llevamos en nuestro interior.

El día 72 fue un día abundante de agua, ayuda y cariño… Me desperté con una llamada del vecino de arriba del local de Vidaes diciéndome que se había inundado el local, que salía una cascada de agua por debajo de la puerta. Casi me da un pasmo, ¡y yo a 500 kilómetros! Cuando hubiera llegado a Madrid, Vidaes se hubiera convertido en una piscina. Tuve la abundante ayuda de mi familia y Majo que fueron a sacar el agua. Y yo me quedé coordinándolo todo y manteniendo la calma con ayuda de mi amor. Todo el mundo ayudaba en la medida de sus posibilidades: con mensajes de apoyo, visitas al local, y el trabajo duro de Majo, Jenny y mis padres. Al final todo se solucionó, y veo un abundante suelo nuevo viniendo!

Al terminar el día, mi teléfono, ordenador y yo estábamos echando humo!

Y todo quedó en un susto y unas cuantas cosas que arreglar.

¡El día 73 era sábado!

Así que fuimos a la playa y tuvimos la experiencia más curiosa que he tenido nunca. Toda la Manga, el mar y Cabo de Palos (el pueblo que hay al lado) estaban cubiertos de niebla, menos nuestra zona, donde lucía un sol radiante y abundante. Y fue así toda la mañana. Fue una forma en el que el cielo me compensó por el susto del día anterior 😉

Me bañé en el agua abundantemente fresca, vi a una amiga que hacía años que no veía ( y resulta que también tiene un novio holandés y está pensando en irse a vivir allí). Vi a otra amiga, vi por Facebook que otros amigos habían llegado. Así que planeamos irnos a cenar a un restaurante en la playa donde ponen un pescadito delicioso y abundante. Nos pusimos hasta arriba con postres y todo por sólo 12€! Eso es abundancia!

Vinieron mis sobrinos, estuvimos montando unas literas para ellos… ¡cuantas cosas para un sólo día!

Así que, sí, fueron 3 días bastante abundantes!!!

¿Y los tuyos?

Un abrazo!

Alicia

PD: De tanto sol, mi pobre holandesín está abundantemente quemado

PD2: Le tengo aquí durmiendo como un cangrejito 😉