Dos días abundantes en uno

El primero me desperté con este pedazo de regalo de Patrick, una foto que hicimos en los pirineos, y al verla, sentí la abundancia de compartir mis aventuras con él, a la facilidad de tenerle a mi lado.

Fue abundante porque fue un día de preparación para lo que teníamos por delante. Impresiones, camillas, sábanas, toallas. Abundancia de material y de cariñito que hemos puesto para que todo salga espectacular.

Hubo un ligero momento de contraste cuando Laura (la profe de yoga) nos dijo que estaba malita. No encontraba  ninguna sustituta. En vez de preocuparme, decidí confiar. Y en un momento, pensé: ¡Voy a dar la clase yo! Tenía muchísimas cosas que hacer, pero decidí usar las clases como excusa para relajarme y alinearme, ¡y funcionó! Recordé por qué quise dedicarme a dar clases de yoga, ¡es casi como ir a un spa! Salí de la clase, feliz, relajada y satisfecha por lo bien que salieron las clases.

El segundo día fue un día abundantísimo de trabajo, fuimos a una empresa a dar varios talleres: inteligencia corporal y yoga facial. Nos reímos muchísimo haciendo las asanas. Y al final los trabajadores se relajaron mucho. Y después vinieron los abundantes terapeutas para dar sesiones de shiatsu, tailandés, reflexología y quiromasaje ¡a 30 personas! Hasta yo estuve ahí dándolo todo, ¿verdad, Maria Luisa ;)?

Y por la tarde disfruté de un maravilloso curso de maestría con un alumno que tenía un profundo entendimiento de reiki. Y fue muy interesante y divertido.

Dos días de trabajo abundante

Ya estoy deseando volver a mi hogar con mi chico y mis gatitos

¿Y el tuyo como fue?

Un abrazo

Alicia

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